Por: Germán Morales Zúñiga, profesor y director de la Escuela de Turismo de la Universidad Autónoma de Occidente.

Fotografías cortesía de: Julio Calderón, Reserva El Paraíso y Germán Morales Zúñiga.

Cuando cruzas la cordillera Occidental por aquellos caminos veredales y olvidados que conectan los Andes con el Pacífico Vallecaucano, a través de la vieja carretera Simón Bolívar, que, desde el polvo y el abandono, te regala los recuerdos de un pasado cuando esta era la vía más importante de nuestra región, en un instante fugaz entras a ese universo macondiano y salvaje de una Colombia profunda, que sabe guardar los secretos de lo mágicamente oculto y lleno de biodiversidad.

La perplejidad no es suficiente, ni el empalague de tus sentidos con el trópico maravilloso que yace frente a tus ojos, porque las sensaciones indescriptibles provienen de algo que está guardado en el cofre de una cuenca llamada Anchicayá, en uno de los lugares más biodiversos del planeta, en nuestro Chocó Biogeográfico Vallecaucano. Aquí, el verde es un paisaje en degradé de sensaciones, el cristalino de las aguas es cotidianidad y la metáfora de la selección natural se expresa en pequeñas manifestaciones de la vida, en una explosión de fauna y flora.

Así es Anchicayá, un territorio que guarda los secretos de la biodiversidad y de sus servicios ecosistémicos, donde la expresión en joyas aladas te regala uno de los lugares más diversos para el avistamiento de aves en el mundo. Aquí, las comunidades se esfuerzan para que estas emplumadas que surcan los cielos, y que se esconden entre los elementales del bosque, no desaparezcan entre los recuerdos y la nostalgia.

Fotografía: cortesía Reserva El Paraíso

Fotografía: cortesía Reserva El Paraíso

Desde la puerta de entrada en el avistamiento de aves, Doña Dora, el hada madrina de las aves, junto a su familia conservacionista, se ha dado a la tarea de consentirlas y cuidarlas para siempre. Porque “para siempre” debe ser nuestro compromiso con estas maravillosas joyas de la selección natural, perfectamente diseñadas y moldeadas por la evolución en múltiples formas, familias, colores y cantos. Aquí, en la casa de Doña Dora, las encontrarás en múltiples facetas: desde la percha perfecta para una buena fotografía, hasta el servicio acogedor, lleno de calidez hogareña que te abraza con su confort.

Seguimos nuestra ruta, volando por este cañón de contrastes y matices. El camino, que ya es otro sitio maravilloso para el avistamiento de aves, te da la bienvenida con algún tucán del Chocó, saltarín, tángara, cotinga, hormiguero o lora, que ambientan el paisaje y te demuestran que pajarear en Anchicayá es una provocación para tu espíritu conservacionista.

Entre los sueños de la vida, la fascinación y la admiración por lo natural, emergen desde las montañas y la selva estos titanes, guardianes de lo sublime, que se han dedicado a salvaguardar a estas amigas emplumadas, las cuales en ocasiones la intervención humana ha puesto en jaque. Sin embargo, hoy, desde una mirada colectiva, hay manos laboriosas que desean preservar su entorno y sus hábitats, para que el mundo y las futuras generaciones sigan disfrutando de ellas. La escena que se construye desde la necesidad de cuidar y conservar la vida hoy nos muestra que Aves Anchicayá es una iniciativa que nació como un sueño, pero que hoy es la realidad de los jóvenes locales que ven en el avistamiento de aves una oportunidad de construir territorio, desde el bienestar común de la naturaleza y la comunidad, al son de los negocios verdes, muy promisorios por demás, en estas tierras de Anchicayá.

Este universo de metáforas verdes, realidades a veces grises y sueños multicolores, hace que este grupo de jóvenes construya una nueva realidad llamada conservación, sostenibilidad y bienestar. Por eso decidieron crear Aves Anchicayá, como una oportunidad de conservar mientras invitan a quienes visitan esta mágica tierra a disfrutar de la megadiversidad que existe en Anchicayá. El camino nos pide aterrizar por un instante en la Reserva El Paraíso, donde el perseverante Dairo, con sus ganas de construir nuevas vidas y horizontes colectivos, ha sabido encontrar en la conservación del bosque tropical de esta selva pacífica una joya llamada Paragüero del Pacífico, el ave insignia de este ecosistema estratégico para el mundo. Desde esta abstracta forma de representar lo natural, el Paragüero es sin duda la estrella del bosque que se encuentra en el corazón de la montaña, en el Paraíso.

Abre tu mente, escucha el viento, disfruta el paisaje fascinante mientras continúas el camino y te encuentras con Bairon, en la finca La Oculta. Él te contará historias de la naturaleza, desde su picardía juvenil, con el sentimiento de que hay que vivir la vida desde los sueños para construir un futuro mejor para todos. Desde su a veces inocente juventud, hasta su divertida manera de ser, Bairon te llevará por el camino de las aves, que él se ha dedicado a seguir, buscar, investigar y encontrar, para que quienes amamos el arte de ver aves con los ojos del alma las podamos apreciar y maravillarnos, igual que lo hace él. Mientras te permite entrar en su mundo familiar, con esmero y trabajo, están construyendo en el bosque tropical y a orillas del río Anchicayá una de las mejores experiencias de turismo de naturaleza en Colombia.

Desde esta maravillosa joya oculta en el río Anchicayá, hasta los siete charcos, seguimos nuestra ruta migratoria de aves hasta el Danubio, donde te espera un recorrido maravilloso por el camino que lleva a la cascada La Depresión. Con una explosión tal de aves, te emocionarás al ver que la experiencia perfecta en armonía con la naturaleza sí existe. Aquí está el amigo de las aves, quien las cuida, les lleva alimento en las mañanas, prepara los cebaderos, mientras construye un sueño llamado libertad, en la cuenca del Anchicayá, donde las aves le dieron alas a sus sueños y a su imaginación. Junto a su entusiasmo y ganas de construir en su terruño, se consolidó esta maravillosa idea llamada Aves Anchicayá. Mientras caminas por la carretera, el gran Brayan te cuenta sus sueños con entusiasmo: cómo las aves están cambiando su vida, pero también sus necesidades. Recuerda que por aquí, solo en épocas electorales, es cuando el estado y los políticos hacen presencia para prometer obras o apoyos que hasta hoy no han llegado. Aun así, estas comunidades continúan batallando en medio de su megadiversidad.

Mirar al firmamento, descubrir lo sublime y entender que este paisaje es simplemente surrealista, como una obra de arte maravillosa que quedará en tus recuerdos, como esa postal natural que tu alma jamás olvidará. Mientras observas a lo lejos cómo la neblina, las nubes, el río de matices verdes, el cielo azul y la montaña se entrelazan en una sincrónica forma de contar una historia natural, escuchas los cantos de las aves que completan la escena perfecta, en la sinfonía perfecta, en el destino perfecto para el avistamiento de aves: Anchicayá

Que no se detengan los sueños, que nunca se apaguen los espíritus luchadores de estos jóvenes de Aves Anchicayá, quienes hoy quieren mostrarle al mundo que Anchicayá es tierra de aves. Así que, si a usted le gusta verlas en su estado natural, ¿qué espera para venir y escribir su propia historia de aves?

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