El Pacífico colombiano es una verdadera expresión macondiana de realismo mágico, y es ahí en ese realismo mágico, donde se construyen los imaginarios colectivos de una comunidad, qué a pesar de las adversidades y las paradigmáticas incoherencias de la vida, por estar en lugares tan llenos de riqueza pero que se expresan desde la desigualdad y la inequidad, porque lastimosamente lo que esta región produce, termina generando bienestar en otras regiones del país.
El Pacífico vallecaucano es una mezcla de metáforas del manglar, la playa, el mar, la puja, y las riquezas únicas que se convierten en legados, cuando los líderes y lideresas de estas tierras bendecidas por la selección natural, logran salvaguardar la memoria colectiva de sus tradiciones, desde sus imaginarios, sus legados culturales y naturales.
Pues ahí entre esos líderes y lideresas, resalta una que sin duda se roba el escenario de la vida con su carisma y energía, ella es doña Marina Gamboa, la dueña de un saber Pacífico que como matrona mantiene viva las tradiciones del Pacífico vallecaucano, pues se ha dado a la tarea de conservarlas para que las futuras generaciones no pierdan su identidad, pues quien pierde su identidad, pierde su esencia y su norte. Doña Marina, se encuentra en Juanchaco en medio de sueños y un acervo cultural y natural, que solo tienen estas comunidades del Chocó biogeográfico.
Los niños y jóvenes de Juanchaco vienen y van, llegan donde la madrina Marina, si porque ella es la ‘Madrina del Mar Pacífico’, la que le da una oportunidad a estos niños y jóvenes que encuentran en la cultura, una oportunidad de proyectar sus sueños para la vida. Aquí en su hogar ella ha construido su propia casa de la cultura gracias a su sueño pintoresco llamado ‘Juanchaco Ancestral’, una fundación que hoy lidera junto a sus hijas Natalia y Mariselly para tatar que el legado ancestral del Pacífico nunca muera, y para ello, hoy lideran el ‘Festival Folclórico de Música y Gastronomía del Pacífico’ que han sabido llamar ‘Marimba y Playa’. Pues resulta que aquí en la casa de la cultura de la madrina Marina, entre marimbas, cununos, cantaoras, currulaos, y arrullos, se edifican los cimientos de una propuesta de paz, de armonía con lo propio y de saber ser en medio de la diferencia.
Ahí en ese terruño, en ese pedacito de cultura, en esa zona de trabajo, se siguen conservando los ritmos y sonidos, pero además los sabores culinarios ancestrales del Pacífico.
Cada reunión, cada encuentro, cada expresión de amistad, de amor y de regocijo Pacífico no puede estar completo si no se anisa con el dulce sabor de la selva lluviosa tropical como lo es su majestad el viche. Esta bebida tan nuestra como la biodiversidad del Pacífico es la puerta de entrada al mundo del currulao cuántico como diría el maestro Tascón, del arrullo o de las historias del Pacífico que solo con viche y brisa marina saben y se escuchan mucho mejor.
Ahora, si el viche es curao, la bendición y conexión es mayor, pero lo interesante y maravilloso de esta bebida ancestral, es que desde la mega diversidad local la han sabido convertir en un coctel exótico que combina una gama de sabores ancestrales con otras recetas locales y se transforma en Arrechón, Tumba Catre, Pipilongo, Tomaseca y así toda una gama de sabores ancestrales y de experiencias para que tu alma y tu esencia de vida, se conecten con la cosmovisión del Pacífico.
Sin duda el viche, es una muestra de lo exótico e indomable del Pacífico, que conjuga los sabores y saberes de una región que sabe a trópico y que se expresa en manifestaciones multicolor como es el Pacífico colombiano. Por eso pensar en conservarlo no solo como bebida sino como manifestación misma de la cultura y de estilos de vida es mantener viva la cultura afro más pura de Colombia. Hoy el viche se salvaguarda gracias a la ley del viche que tiene como objeto reconocer, impulsar, promover y proteger el viche/biche y sus derivados como bebidas ancestrales, artesanales, tradicionales y como patrimonio colectivo de las comunidades negras, afrocolombianas de la costa pacífica colombiana, e impulsar el aprovechamiento cultural y económico de su producción por parte de estas comunidades. Así como impulsar la implementación del ‘Plan Especial de Salvaguardia del Paisaje Cultural Vichero/Bichero’ y los saberes y tradiciones asociadas al viche/biche como patrimonio cultural inmaterial de la nación.
Con esta ley, y este escenario diverso de Pacífico vallecaucano, se abre un universo de oportunidades que esta matrona, Marina Gamboa, ha sabido llevar a otro nivel y por eso se dio a la tarea de consolidar no solo una venta de viche, sino de hacer realidad la primera experiencia e historias del viche y de la cultura del Pacífico colombiano en el primer ‘Museo de bebidas ancestrales del Pacífico colombiano’. Y en ese lugar construye una experiencia Pacífico llamada ‘Marina Mar’, que posee una casa de la cultura para disfrutar de los ritmos, sonidos y de la gastronomía del Pacífico, a la vez que se disfruta de las historias, calidades y cualidades de esta bebida ancestral, que será siempre tu pase al disfrute real de la cultura pacífica.
Así que ya lo sabe, cuando venga a Juanchaco Pacífico vallecaucano, no se le olvide pasar por donde doña Marina para que te cuente sus historias, anécdotas y sueños de mar con sabor a viche.
Salud… brindemos por la salvaguarda de las tradiciones del Pacífico colombiano.
Por: Germán Morales, docente y director de la Escuela de Turismo.
Fotos: Armando Rojas, docente de la Universidad Autónoma de Occidente.
Enlaces de interés:
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Festival Folclórico Marimba y Playa